Monday, August 29, 2005

Mauro Salas, retrato de un Realista Salvaje

Mauricio Salas; de Realista a Salvaje

Conocí a Mauricio Salas, allá por el año 72, éramos compañeros en la Escuelita pública 329 en una población de Santiago, en 4to o 5to básico. Caminábamos de vuelta en la misma dirección y nos hicimos amigos. En ese entonces era un niñito con una gran curiosidad y una cierta candidez que lo hacía un buen conversador y un amigo preciado. Hablábamos acerca del misterioso mundo en donde habíamos caído, y de los criterios que traducían comprensible esas contradicciones y contracciones. No sé como es que llegué a tener cierta autoridad de opinión sobre él, tal que él me preguntaba y yo le respondía. Y yo también me escuchaba.
Entonces la vida nos separo y no supe de él por mucho tiempo. Cuando volví a verlo ambos habíamos crecido, ...aunque aún éramos los mismos. Su hermano mayor –Julio-, había sido compañero y amigo de mi hermano mayor. Y una de sus hermana era andante de mi hermano menor.
Después supe de Mauricio cosas que no me gustaron y que en verdad me dieron pena: que andaba metido con las drogas sucias... mientras Julio se dedicaba a la oración y la catequesis.

Mucho después, ya grandes, coincidimos en la Reservación, nos reconocimos y nos encontramos. Aún era un tipo agradable a quien le gustaba conversar. Nuestra conversaciones trataban siempre acerca de la gente, dios y las drogas. Ahora él hablaba y yo le oía.
Lo que me atraía de él era lo que en psiquiatría se llama una “personalidad fronteriza”, es decir, siempre a punto de desbordarse hacia zonas interregnos de la psique en donde solo la transparencia y la entrega es salvo conducto. Una vez me dijo “cachai que cuando hablo de Dios me tiembla la voz...” Pensaba con una mente limpia, pero ultrajada por una vida sórdida e incomprensible batallada a su alrededor.
Y una fuerte dosis de sensibilidad.
Asistíamos al mismo liceo; sospecho que a él fue a quien encontraron inyectándose alcohol en las venas.

Tocaba en un grupo de rock llamado “Sol de Medianoche”, competencia del grupo musical de mi horda. Nunca le oí tocar.

Cuando murió Chico Nacho (en un accidente en moto) Mauro Salas vino con su guitarra a la iglesia en donde era velado, e interpretó frente a todos “And you and I” del grupo inglés Yess; tema favorito de Chico Nacho; ese fue su homenaje.

Después trabajo como integrante del Coro estable del Teatro Municipal, allí era apreciado y querido por sus colegas. Había tenido un hijo y vivía con su mujer lejos de la Villa.
Solía pasar a vernos después del trabajo, nos encontrábamos en esas noches oscuras, solo iluminadas por la escasa luz de los faroles y recorrida por la bruma del invierno. Ligeramente abrigada por alguna botella de lo que fuera y alguna otra hierba. Además de la conversación. Las tertulias se alargaban hasta que no hubiera donde recargar la ingesta.
En cierta oportunidad, se subió a una cornisa del 4to piso del edificio (columna horizontal de unos 20 cm. de ancho y de unos tres metros y medio de largo, que debajo solo tiene el suelo del primer piso) y camino por ella, llego hasta el final, giró, abrió los brazo, respiro y lentamente volvió al punto de partida, mientras nosotros conteníamos la respiración. Nunca había visto la muerte tan cerca de alguien.

En otra oportunidad llegaron los carabineros en plan redada y cayeron sobre un grupo que estaba bebiendo alcohol en la calle, al verlos Mauro salió huyendo en su bicicleta pero el resto no alcanzó a huir, entonces Mauro vio que los iban a llevar detenidos y volvió a parlamentar con la policía haciendoles ver que no eran antisociales ni estaban haciendo nada malo allí, y que llevarlos por infringir la ley era inoficioso y en el fondo, contradictorio. Ante los argumento, los carabineros se subieron a su vehículo y se fueron.

Una vez le vi desafiar abiertamente al par de los tipos más desquiciados del ghetto; el tristemente célebre Pato Kenner y su secuaz de turno. Por suerte los dementes no le entendieron o no le hicieron caso, ya que siempre la combinación de drogas y balas resulta deletéreo. Terminaron tomando cerveza juntos.
Lo encontré un día en las afueras del cine, después de la película “Historia sin Fin”; “si -me dijo, riendo- tu sabes que soy medio mitológico”. Andaba solo.

Después nos cambiamos del barrio con mi familia y le perdí la pista. Solía ir por allá para verlo, pero no nos encontramos.

Tiempo después, supe que en una gresca callejera le vaciaron un ojo...

El otro día casualmente conversando con una persona que trabajo en el Teatro Municipal, le pregunte por Mauro Salas, y me contó que hacía un año ya, había muerto ...de sobredosis.

Puedo decir que para Mauro Salas la vida era una sobredosis.
Seguramente influyó también la muerte de Julio, un par de años antes (producto de un paro cardiaco).
// x g. n-c. Senderista
P.D. en la foto Mauricio es el del centro, estamos en el Parque Juan XXIII.