Monday, June 26, 2006

esa femenina oscuridad

Conocí a la Eugenia Prado en la clase; ella se interesó por el yoga después de leer una entrevista del cantante del grupo Polis, en donde este se declaraba cultor. Llegó como una alumna más, afable y bien dispuesta; de a poco nos fuimos acercando y me contó que era escritora; le pedí que me trajera un par de libros para leerlos. Me trajo dos títulos de unos 4 o 5 que ya tenía publicados. Me día a la tarea de estudiarlos; realmente no me fue fácil hincarles el diente, por la falta de costumbre de leer literatura un tanto entreverada; me sorprendió la prosa y la estructura, me gustó particularmente uno llamado TULCEA, escrito en formato de –diría- tragedia griega, como presentación teatral condensada en lenguaje de representación que podríamos llamar de la poética-sintáctica autoreflexiva, que va tejiendo la trama en avances y retrocesos minimalistas, estableciendo enlaces y paralelos con la feminidad más profunda, en donde se encuentra la naturaleza con todos sus rigores y sutilezas, sus fuerzas contenidas y su hambre de trascender, en una relación de amor y violencia con el principio que le hace frente y complementa; tensión que va subiendo hasta escapar de las manos del creador. Me pareció el libro extraordinariamente bello. Y además interesante.

Cito algún pasajes:
Tulcea: ¿porqué me abandona? ¿Acaso ve la fuerza poderosa que intenta atraparlo?¿Porqué ya no me besa?¿Ha sentido el sabor de la maldad en mis labios? ¿Por qué ya no me contempla todo el tiempo de su tiempo? ¿Por qué huye? ¿Ya no puede soportarlo? Con fuerza me acerco para quererlo, pero él ya no quiere que le ceda el sabor amargo de mis besos. Su boca se repite y me hace envilecer. Nunca más podremos amarnos como aquel día...
Udine: Apenas compartir el desencanto de unos besos atrapados en bocas de sonidos nauseabundos.
Tulcea: Respondo que solo me place que el este contemplándome. Solo con su cuerpo me complace. Respondo que estoy en los brazos de un hombre que intenta robarme: Respondo que antes que lo haga le daré una fuerte dosis para que no pueda, nunca más, atreverse a desdeñar toda esta belleza.

El otro era el libro Lóbulo, carátulado por la Sandra Vásquez, que hablaba de Santiago como desbazadero, húmedo, oscuro y ajeno, del Santiago sitiado y enceguecido, del final de los 80, de Matucana 19, de los Pequeño Vicio.
Nos juntamos en la Isla para darle mi impresión de la lectura. Ella era una chica bastante tierna, un poco egofinómana para mi gusto, pero grata en el trato, y además generosa. Y tenía un fino sentido del humor que goce a más no poder. Teníamos amigos en común, y bastantes. Nos juntamos un par de veces a almorzar aquí y allá, cerca de su trabajo. Me invito a cenar a su casa; conocí a sus chicos; tenía dos; de dos papás diferentes. Me mostró el sillón de cuero negro que se compro cuando recibió el premio no se cuanto. Salimos a bailar otro par de veces a la Batuta; hasta el amanecer. Nos frotamos las antenas (D. Eltit) En ese entonces yo tenía un corazoncito mío; razón por la cual no quise ir más allá, y se lo dije; ella y yo supimos que era un pretexto. Como buena escritora, le divirtió lo impredecible del final de nuestro coloquio; le pareción un buen final de cuento. Luego me hizo leer una carta escrita a un jugador arrepentido; me dijo que no era para mi, pero en el fondo me decía que si lo era. A veces la diviso y la siento cerca, pero ella ya no me invita a sus eventos, ni me participa de sus presentaciones; me perdí de su horizonte, supongo que es esa femenina oscuridad, y que en mi lugar Sting hubiese hecho una canción que hablara de eso...

Esta entrada recibio un comentario: Querido Gonzalo, No es que... de verdad, la vida va llevándote por diferentes caminos, nos vamos alejando, cuestiones de tiempo, cada día más cuestiones de tiempo, un bien escaso... Cuando trabajas como independiente, tienes dos oficios, dos hijos, en fin... que pena que no te invitara más a las obras posteriores, pero aún podríamos tomarnos un café en la Plaza Ñuñoa. Agradezco mucho tu dedicación en este post y me ha impresionado mucho lo bien escrito y todo el cariño, un abrazo eugenia.