Thursday, August 02, 2007

El Mito de la Caverna

La vida salva de 2do P. y la caverna

Cierto día, sufriendo el agudo síndrome “parqué” junto a un par de amigotes y el menor de mis hermanos; parecía ser el típico “domingo híbrido de siempre “ y nada hacia presumir que traería algo para recordar. Habíamos comprado cerveza y comenzábamos nuestra frecuente terapia de catarsis y desvaríos a los sones del añejo rock setentero. Recién calentábamos los motores cuando llega una amiga de toda la vida, quién nos pide acompañarla a ver una casa que tenía a su cargo junto a un amigo suyo, a quién quería que conociéramos. Ante la expectativa de tener una salida al letargo dominical, nos hicimos de arresto y partimos en vehículo hacia la zona sur poniente de la ciudad, digamos hacia los barrios bravos, específicamente la San Gregorio en la comuna de La Granja, población que yo había conocido en época de protestas y que no parecía la fama que tenía, de ser un territorio sin ley, en donde “entran dos y sale uno”. El caluroso verano ponía trémulo el pavimento a la distancia. Tomamos por la maltrecha calle Santa Rosa y antes de llegar al paradero 25, doblamos hacia el oriente adentrándonos a la zona caliente, en donde se alcanzaba a sentir el nivel de "calmada tensión social" latente. Para apaciguarnos nuestra amiga dice, “tranquilos, si aquí nos conocen”. Paramos frente a una casa cuya fachada era bastante normal, puertas y ventanas altas y angostas; las paredes de un color verde petróleo, en cuyo lado tenía una cortina de hierro, esas usuales en los negocios antiguos.
Aparcamos y tocamos la puerta; a los pocos minutos alguien se asoma por la ventana, al vernos, nos saluda y sale a abrir; era un tipo de mediana edad, de estatura más bien baja, contextura gruesa y carácter afable, quien nos hace pasar. Nuestra amiga nos presenta, era 2do Pérez. Nosotros ya un poco arriba del balón, no sabíamos bien que hacíamos ahí ni que se traería esta historia. Pasamos a conocer la casa que se veía desocupada, excepto lo que él indico como su habitación (y que no nos invitó a visitar). Nuestra amiga nos explica que ambos estaban a cargo de esa casa y que querían hacer algo con ella aprovechando las condiciones de negocio que tenía. Miramos la casa, estaba en buen estado, un poco polvorienta, pero parecía sólida. Luego de hablar un poco sobre lo que ellos estaban pensando hacer, pasamos al patio, que rea de de tierra, y que estaba arreglado como un living al aire libre, con asientos de auto dispuestos en rededor de un círculo en donde había algunas plantitas escasamente regadas y bajo dos sendos árboles. Me llamo la atención que colindaba con casas tipo campamento, y que entre ambas, esta y la de los vecinos, había un corredor por donde se desplazaba gente. El lugar era bastante grato, excepto por un cierto olor a orín de gato que había en todo el recinto. Seguimos hablando, se destaparon las cervezas que traíamos, de manera que la reunión se hizo de lo más grata.
2do P. nos contó que él trabajaba como chofer de camión y que no se metía con nadie del barrio, no como antes, que era amigo de todos, pero desde que se encontró con la fe, su vida cambió y quiso que su destino fuera otro, por tal motivo ahora vivía más bien aislado. Por ejemplo –nos relató- un día sintió que le tocaban la puerta, entonces se asomó y resulto ser un sujeto del barrio, uno de los socios conocidos en el sector, entonces 2do Pérez le fue a abrir; el sujeto le pidió un papelillo para fabricar un pitillo de marihuanza; 2do Pérez le dijo que esperara y fue a buscar lo solicitado, se lo entrego y el tipo lo invitó a fumar, entonces 2do P. le contestó en forma calma, pero extremadamente seria y contenida: “mira viejito, ahora te convido un papelillo, pero esta es la última vez, no vuelvas a tocar nunca más esta puerta en tu vida ¿estamos? Porque si vuelves a tocar firmaste tu acta de defunción ¿esta claro?... El tipo solo lo miro y sin decir nada se alejó. Y nunca más volvió a tocar la puerta. Y es que 2do P. era un choro bravo, de aquellos más agallados, famoso en toda la población por lo mañoso. Lo contaba con deleite. Y contaba también que sus viejas juntas le tenían resentimiento porque él ya no era como ellos, es que él se había vuelto hacia el Señor. Solo los saludaba si ellos lo hacían sin acercarse.
Su teoría era que si uno no se entregaba al señor entonces esta condenado a ser NADA, y para ejemplificarlo escribió en el suelo con un palito que tenía entre las manos: ADAN, y luego lo escribió al revez, y dijo “ven que lo contrario a Adán es la Nada”. 2do P. tenía sus teorías. Tenía otra teoría interesante y era que uno debía asegurarse el promedio ante los ojos del Señor, por ejemplo -dijo él- yo analizo mi vida y puedo decir que al fumar marihuana tengo un 1, porque no debería fumar, pero, en leer la Biblia tengo un 7 y entonces tengo un promedio de 4. Y como además trabajo honradamente y no delinquiendo, entonces tengo otro 7 y por tanto tengo un promedio más alto. Y de eso se trata, de que el promedio lo salve a uno, por eso yo soy salvo ¿captan?
No dejaba de tener razón 2do P.

Se nos gravó su expresión de fé: estando con el señor todo lo de más viene por "añaduría".
Luego de un rato disfrutando de las historias de nuestro anfitrión que eran muchas y que siempre lo tenían a él como héroe principal, nuestra amiga le dice “ya’pu 2do, muéstrales la casa”. Nosotros nos miramos sin saber a que se refería; entonces él tomando un trago de agua pues no tomaba alchool dice: “¡ya, ...vamos!”. Entramos a la cocina y 2do P. mueve una mesa, bajo la cual había una puerta en el suelo; abre la puerta y tomando la iniciativa dice “pasemos”, resultando que abajo había una habitación tan grande como la cocina, y que estaba tallada en la tierra, un perfecto escondite, bajamos todos y él nos cuenta que con la tierra de esa habitación se había construido la casa, lo que nos pareció muy ingenioso como sistema de construcción.
Estábamos bebiendo cerveza, cuando notamos que en el suelo de esa habitación había otro hoyo, entonces él dice: “bajemos por aquí”. Y ahora comenzamos a entra por lo que resultó ser una especie de túnel como de un metro ochenta de alto por uno de ancho; y empezamos descender no se cuantos metros, hasta llegar a donde el túnel terminaba. Nuestra sorpresa iba en aumento. Luego que llegamos e inquirimos en qué explicación tenía aquello, 2do P. dice que cuando él llego a la casa, el túnel ya estaba, así es que no sabía explicarlo.
Y luego dice “pero aquí hay uno más largo”, y entonces volviendo sobre nuestro pasos hasta una bifurcación que habíamos pasado, entramos en esa dirección, el que resultó un túnel todavía más largo que el anterior, bajamos -calculo yo que una veintena de metros-, hasta terminar en una roca alrededor de la cual nos dispusimos, sin poder salir del asombro. Estábamos elucubrando acerca de las razones para esta enigmática caverna, cuando notamos que se comenzó a acabar el aire y a sentirnos algo ahogados, por lo que emprendimos la salida raudamente.
Salí afuera con síntomas de claustrofobia. Para luego desenrollar la película hasta volver al lugar en donde se inició esa tarde sorprendente.
Tenía pendiente escribir esta historia para no olvidar sus detalles y a pesar que han pasado unos 15 años, recién lo hago…