En el sitio en cuestión (fotos) había un clima de afectación que me carga, donde todo el mundo presume cuán afectado está y cuán íntimos eran del fallecido, por lo que luego de tomar unas imágenes, me fui pronto de allí. A todo esto, me parece una costumbre del peor gusto eso de dejar la tapa de la urna abierta para que todos miren el cadaver del occiso, ya que sus restos no tiene nada que ver con la persona, y ni siquiera se parece.
También me sorprendió ver coronas enviadas desde el Congreso Nacional, del Fondo de Cultura Económica -que consideraba a Gonzalo Rojas uno de los iconos vivos de la poesia iberoamericana- de la Presidencia de Chile y hasta del MIR. Tambien le agradezco al poeta haberme inspirado a escribir una poesia llamada ¿Quien es mi mar? dedicado a mi mujer muy amada, de frente a ese mar que lo vió nacer, en Lebu, dos días antes de su muerte.