Monday, June 04, 2007

Mi madre y yo

Observo esta imagen, indago en los signos inscritos en ella; me parece ajena y no; es como si fuera yo y no lo fuera. Es como un sueño, es como despertar de un sueño; con la misma substancia de los sueños, imágenes almacenadas en algún archivo de sueños colectivos... Ella sonríe, ambos sonreímos, sin embargo no es la misma risa; ella no parece estar segura del gesto mío, sin embargo un sentimiento mutuo nos protege, la protege a ella de mi y me cobija; el tenor de una vida juntos, de risas anteriores, de llantos inesperados, de una vida ligada en un mismo destino... ella ríe con un candor impropio de la vida colectiva y yo me aprovecho de esa confianza en un abrazo inesperado. Hasta diría socarrón. En esa época era yo un sujeto de alcances y virajes, un sujeto incierto sin duda. Pero siento que quise ese abrazo.
No recuerdo esa camisa que usaba, tampoco recuerdo el vestido que lleva ella, sin embargo por la caída, era la ropa que usábamos; seguramente ella lavó mi ropa, y seguramente me miró para ver como me quedaba, con sus ojos infinitamente dulces, con los ojos hundidos en el firmamento, como era su mirada; y una vez que se sintió conforme, siguió con sus otros menesteres; labores que llenaron un vacío, una oquedad; la falta de respuestas definitivas, la falta de certeza de un mundo improbable, el horror vacuom de la existencia; y entonces el cariño de esos detalles domésticos vino a librarnos de esa incertidumbre... aunque fuera solo un momento, aunque solo fuera una continuidad de respiros alineados uno tras otro, como una larga fila que se pierde hacia el final de la vida.
No puedo recordar cuanto la quería, pero recuerdo el cariño de ella, lo cierto es que yo debo haberla querido así también, pero el tiempo pasó tan rápido que no pude darme cuenta como la quería. Y cuanto la necesitaba.
Debe haber sido la tarde; si fue así ¿qué hacíamos en el patio de la casa a esa hora?; aunque por esos aros que si puedo recordar, pues alguna vez los mire con detenimiento; puede haber sido la mañana del día domingo, en que ella cocinaba para compartir la mesa en la santa misión de la familia, en el querer que hace un grupo ligado por un lazo cósmico. Y alguien vino a tomar esta imagen; seguramente dijo “¡pónganse ahí!”, y entonces la tomé por sorpresa, que se lee en el gesto, en la manera de tomar mi mano; y la abrace; no recuerdo como la abracé, sin embargo, por la imagen, debo haberla abrazado con cariño, ...quisiera abrazarla ahora, pero ella ya se ha ido...