Saturday, November 06, 2010

Pasa el tiempo de la Bota y viene el tiempo de la Espada.

Sabemos que durante estos últimos dos mil años, el Imperio Romano ha comandado Occidente, primero como un cuerpo de fuerzas bélicas que se impone por la fuerza, y luego como imperio ideológico o de fe, dictando las normas del entendimiento de esta parte del mundo. Y que la capital ha sido, primero Roma y luego el corazón de esta; el Vaticano. Y si nos fijamos bien, justamente Italia es una Bota, si uno la mira como formación geopolítica. La impronta de Imperio de la Bota es la patada, el chute, la fuerza del golpe del Corregidor; llevar, conducir al corregido.
Decimos que ese imperio se acaba, por todos los signos, porque el orden implantado desde allí esta siendo puesto en tela de juicio toda vez que no logra responder a las necesidades económicas de occidente, ni a las necesidades ideológicas pues se contradice en si misma; ni religiosa pues la vía religiosa no responde a las grandes interrogantes del alma hoy; que ciertamente son anhelos espirituales, que aspiran a entender el misterio de la vida.
Y entonces vemos como se cierne irreductible el Imperio de la Espada; que ya no hay tiempo para corregir en un planeta devastado por la insanía, la depredación, la híper producción de bienes y servicios, la contaminación, el poder del capital por sobre los valores humanos; los avances de la tecnología no logran satisfacer las necesidades del alma humana de la época, y al parecer ya no queda tiempo para corregir. Y entonces solo queda cortar, podar, cercenar aquello que sobra y que no logra ingresar a un nuevo entendimiento, a una nueva forma de comprensión del mundo y la Naturaleza, una nueva manera de mirar y relacionarse con los demás y con el Cosmos; hacer un camino hacia el Alfa y Omega, que es el origen y destino del alma humana. Y por tanto -y a diferencia de la patada- el corte es sin dolor, limpio, rápido, preciso, seco y fatal.
¿Y en donde puede radicar el corazón del nuevo imperio? que ya no será el imperio de la fe, sino de la sabiduría, del conocimiento de los misterios (hasta hoy vedados a la razón), del desarrollo espiritual. Si miramos nuevamente el mundo geopolíticamente, vemos que Chile asemeja a una espada, larga angosta y filuda.
Los romanos solían construir Arcos de Triunfo en las regiones conquistadas, que simbolizaban el triunfo del imperio y la marca de su poderío. Y Chile tiene su propio Arco de Triunfo, la Portada de Antofagasta (conquistada por los chilenos en la guerra del pacifico) y que es el símbolo del triunfo de la Conquista de si Mismo, de las propias pasiones, de la propia animalidad, la bestia que se ha apoderado del sistema es domeñada por el ángel, que es el propio espíritu; pero ya no es un monumento construido por los hombres sino dado por la Naturaleza misma. En este nuevo orden, la Naturaleza es sentida, ya no como un depósito interminable para sacar y botar, sino como la parte Femenina de Creador. El ser humano no está en la tierra para dominar a la Naturaleza y extraer de ella todo lo que pueda, sino para aprender de su Sabiduría, que será el objeto de estudio de los científicos y el Conocimiento de los Sabios.