Tuesday, August 01, 2006

antisociales

Encontré esta foto entre mis cosas y quiero recordar a los personajes y las circunstancias que nos juntó. Estamos en la cima del cerro San Ramón, 3250 m.s.n.m frente a Santiago, después de haber entrado furtivamente de Av. Grecia arriba, por donde decía NO ENTRAR y tener que escondernos de guardias armados que custodiaban el acceso a la pre-cordillera como si fuéramos verdaderos delincuentes, en circunstancias que lo que queríamos era hacer andinismo, me parece que es un despropósito que ocurra esto en un país que se precia por las montañas que tiene y justamente sus autoridades buscan sacar a los jóvenes de la inmovilidad y la droga; nosotros que lo que queremos es hacer eso somos tratado como antisociales, creo que es absurdo, incongruente y una falta de respeto, que las autoridades deben enmendar con la mayor urgencia.
El hecho fue que subimos por allí y bajamos por el otro lado, saliendo finalmente al Cajón del Maipo. El primer a la izquierda en la foto es mi amigo Fernando Vergara, profesor de Grabado en el Colegio Experimental Artístico y hoy cultor de la Santería, linaje cubano, quien me ha invitado a sus consagraciones y después de haber participado en ellas no he tenido el impulso a unirme a esa forma de relación con los entes suprasensibles, a pesar que siento que hay en ellos una forma de religiosidad enteramente valida. El otro de estos amigo es Carlos “cerro”, un fauno habitante de las montañas a quien le faltaban las dos paletas delanteras y que el único lugar que encontraba suyo eran las montañas; después de este viaje casualmente supe que estaba casado con la Laly, una antigua aliada mía de la Escuela de Ciencias Forestales, quien abandonó la Escuela para casarse con el músico Tomas Lefebre y después con Carlos, de quien yo no tenía noticias. Después esta su merced -para servirle- que hice de enlace para estos personajes. Luego esta el perrito de Carlos y luego esta Hans Braumiller, un poco chileno pero más alemán, que hoy vive en Hamburgo con su mujer y se dedica al Arte Postal y otras formas de arte incomprensible, entrañable amigo.

los mejores años

El otro día me encontré con el Juanito Urrejola, a quien había conocido como compañero en la Escuela de Arte en la Universidad de Chile, y me recordó esta foto que nos tomamos para el catálogo de la exposición de final de año, que hicimos en la sala Isidora Zegers. Época que a la sazón fueron los mejores años de mi vida; ciertamente me liberé del sistema del que era depositario en virtud de la culturización y osé plantearme la vida en los términos que quería, asumiendo todos los riesgos. Yo traía una ventaja respecto de mis compañeros ya que venía de otra carrera y esta era mi última oportunidad de acceder a la (así llamada) enseñanza superior, de manera que no podía perder el tiempo y tenía que sacarle el jugo a la enseñanza; y a la Escuela de Arte, que era el centro de estudio e investigación más libre dentro de un país entonces sitiado. Y nos aprovechamos de ello de todas las formas que pudimos, exacerbando el trabajo y el carrete. Quizás hasta fue un poco mucho, pero sin embargo, el respeto por la conciencia y el criterio del otro fue algo que siempre llevare agradecido. Incluso, una vez que salí de la Escuela volví a hablar con mi profesor de primer año y a pedirle disculpas por las libertades que nos tomamos entonces; y que tenían un cierto ánimo desafiante, pero no era desafío a su bien ganada autoridad, que no cuestionamos, sino a su respeto por la libertad de creación; me dio una gran lección mi profesor Patricio González, un artista sin duda.
En la foto, de izquierda a derecha está mi amiga Silvia Luco, una de esas chicas que hablan poco pero que van a todas (y que tenía unos ojazos azules impresionantes). Después yo, que entonces tenía 25 años, luego viene la Ximena Bórquez, que era la selva misma, intensa y contenida; luego viene la Laurita Saúd, una turquita tierna y nada, chica de su casa; y luego la Carolina Errázuriz con quien me encontré el otro día en Las Lanzas, me senté en su mesa y hablamos de todo, y entremedio me aclaró que ella no era la Carolina Errazuriz Mackena que escribe en el The Clinic unas historias bastante Hot, sino Carolina Errazuriz Mujica... jajajaj; una cuiquita, tierna y progresiva, que le puso candela a ese curso extraordinario, de quienes guardo los mejores recuerdos.

Y a propósito, ayer me encontré casualmente con Ciro Beltrán, el pintor más internacional de esa promoción, prácticamente el único que vive de su Arte, estuvo varios años en Alemania (en Dusseldorf, en donde estudió el Arte de Joseph Beuys, quién tuvo aquí su centro de actividad), con Dermis, su mujer, curadora, cubana; y hace un año vinieron a abrir la Escuela de Arte de la Universidad Austral, y a hacer un proyecto de Arte en Santiago; estaba un poco decepcionado porque ha sido difícil luchar contra la mentalidad mercantil que atraviesa hoy la enseñanza universitaria y a sociedad en general; y él apuesta por la Utopía. Sin duda un ser de otro mundo es Ciro, como los grandes, idealista, incomprendido, a quien no le es fácil habitar este mundo extraño, duro, falto de sentido. Me dejó invitado a su casa en Valdivia; fue una alegría verlo; me regaló unas imágenes de su trabajo actual, en donde se encuentran mucho más que antes la línea y el color, que en su trabajo yo puedo relacionar con las ideas y los sentimientos; me alegró saber que estos dos ámbitos de su ser se están encontrando y que él se ha integrado más.

Esta entrada recibio un comentario: Pucha Gonzalo denuevo me encuentro con tu blogger. para poder contactarme tuve que crear uno. Me encantaria conversar contigo.Bueno ya cache que quizas no te interese. Pero si teproduce algun interes, podriamos juntarnos en las lanzas algun dia. (El que tampoco habia visto, lo siento mucho Carolina, no se cuando escribiste este comentario, pero si me gustaria mucho verte. puedes escribirme a mi correo: festivaldelagua@gmail.com cariños //gzlo)