Wednesday, August 16, 2006

la poesía

Me gusta la poesía clara, limpia, silenciosa, de un hablante lírico impersonal, donde cada palabra cae suave y justamente en donde debe caer; como una pintura Zen. Exenta de sentimentalismos y autocompasión, de culpa y ensañamiento, imbuida de un candente sentimiento envestido de impasible sentencia, en la que reverbera íntima y punzante la dimensión metafísica del siglo XXI. En donde la naturaleza es registro, antecedente y libro abierto. La poesía que es en si construcción y puente para un nuevo orden, el andamiaje para un nuevo estado del ser, más limpio, más claro y de mayor significación. La poesía que busca, así como la religión, recuperar el vínculo entre el individuo y el mundo, entre el sujeto y el objeto, el estado perdido después del nacimiento y la separación; poesía que vivifica el anhelo del espíritu; un vínculo consciente con la Creación surgido desde la propia actividad. Una poesía que crea el clima de la era, una nueva simiente, que va sembrando imágenes que crecerán para dar lugar a otras imágenes, que a su vez irán formando un estado de cosas cuya historia ya es el futuro; el destilado de un mundo posible. La realidad de aquello que todavía no es, un inconmovible ideal, una utopía. La recuperación del Paraíso


Respiro,
la poderosa presencia de la vida
con su murmullo de flores, y espigas.

Hay algo allá adentro
que nos mira.

Hoy es suave el olor de la lluvia, es ténue la brisa.

El alma siente frescor y tibieza,
cuando una bandada de pájaros la atraviesa...

No hay nada más que misterio
y el alma se fatiga
frente a la inmensidad
al vuelo
a la incertidumbre
a un futuro abismo que se abre
a cada instante.

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