Wednesday, December 07, 2005

punto de inflexión nacional

Tres hitos que marcan el 11 de septiembre:

Las huestes Mapuches incendian Santiago en 1541.
Golpe Militar del año 1973 - Chile
Atentado de las Torres Gemelas - 2001 USA

Testimonio de los hechos que acontecieron ya hace 33 años -toda una vida- y que aún hoy marcan la inflexión de la sociedad que obliga a regurgitar lo acontecido a la luz del nuevo escenario mundial en el comienzos de una nueva y necesaria época.
Lo cierto es que nunca había sentido el impulso a revisar las imágenes de lo que fue para mi este hito nacional y me pregunto ¿porqué?, y la única respuesta que se me ocurre es que siempre tuve la sensación de que para nosotros, como familia, no fue algo traumático ni significo el fin de un proyecto, sino más bien, lo contrario; fue el comienzo de todo lo que hicimos a partir de allí y que sin duda es lo mejor que nos pudo
pasar.
Me refiero a los hechos de año 1973; yo tenía en ese entonces 13 años y ya me daba suficiente cuenta de las cosas como para tener mi propia opinión.

Recuerdo que el día 10 de septiembre hubo una manifestación callejera en la Villa, en la cual se enfrentaban las dos facciones llamadas en ese entonces “de gobierno y de oposición”; pensando yo que era entre “ricos y pobres” no dejo de sorprenderme ver a dos sujetos, tendrían unos 20 años, típicos representantes del bajo pueblo, con rasgos bastante criollos y ropa mas bien andrajosa, con cascos blanco -típicos cascos de la construcción que se usaban entonces- que adelante decían PN (partido nacional, conocido partido de la derecha chilena) Para mi eso fue impactante y me desconcertó. A todo esto mis padres se había enterado que un mes antes ya habíamos participado -junto a mi hermano menor- en una manifestación callejera en ese mismo lugar y enfrentado a los carabinero; lo cierto es que nosotros solo queríamos mirar y no nos nacía tirar piedras, pero mi padre –oficial de carabineros en ese entonces- había dicho, “tarde o temprano se verán envueltos en eso, de manera que no debemos preocuparnos”, dejando más preocupada a mi dulce madre.
Recuerdo que al otro día, 11 de Septiembre, prendí como de costumbre la radio Crown -traída el año 64 por mi padre directamente de EEUU y que llamábamos “pickap”, y según él decía, lo más moderno de la población-; me extrañó darme cuenta que ninguna radioemisora funcionaba y por el contrario se emitían bandos con arengas como “el Gobierno militar ha tomado el mando de la Nación, se pide a los trabajadores que no acudan a sus centros de trabajo y que permanezcan en sus casas, etc...” serían las 11 de la mañana, y me di cuenta que algo pasaba. Fui a prender la TV en blanco y negro y estaba sin trasmisión. Mi padre llamo a casa -recién habíamos obtenido teléfono y era el juguete nuevo- diciendo a mi madre que por ningún motivo nos dejara salir a la calle, que él estaba acuartelado... y que la situación era muy difícil.
Seguimos tratando de saber que pasaba, había una agitación rara en el ambiente, con ruido de helicópteros, camiones y patrullas. Mi madre no nos dejó salir, lo que nos desconsoló, ya que queríamos saber que pasaba, nuestros amigos vinieron a buscarnos para subir al techo de un edificio y mirar, pero no podíamos salir, lo que resultó una especie de anticipo del Toque de Queda (que duro unos 10 años y en donde nadie podía salir de su casa entre tal y tal hora, bajo amenza de ser apresado o muerto).
Supimos que lo militares se había tomado el poder, lo que en mi fuero interno aplaudí ya que el desorden, la confrontación, el clima de beligerancia, los discursos encendidos, las amenazas, el desabastecimiento y la odiosidad reinante me dejaba la sensación de que todo eso terminaría en guerra civil. A mi padre mismo le habían hecho amenazas de bastante mal gusto, al teléfono de nuestra casa, acusándolo de “vende patria”.

Con el tiempo pude ver que el ser humano tiene la cabeza muy dura y que simplemente no se da a razones...

Al pasar los día empezaron a llegar todo tipo de noticias que lentamente fue revirtiendo ese optimismo del primer momento...

Voy a enumerar solo lo que nos toco más cerca.

Nuestro vecino inmediato, papa de nuestros amiguitos, comunista recalcitrante, fue apresado y retenido (hasta el año 80, en que negoció su salida fuera del país). De manera que la última vez que lo vi sería unos días antes del Golpe, nunca más lo volví a ver. El drama de la vecina , su señora –aún más comunista que él- estuvo siempre muy presente y ella fue la encargada durante los 17 años que siguieron, de traer las noticias y mantenernos al día.

El vecino del frente (nuestras mamás se conocieron en esas circunstancias y aún son amigas) fue apresado –era oficial de la aviación, y estuvo preso con el general Bachelet-. (También negoció su salida del país por los años 80. Luego se alisto con los Sandinistas. Después volvió a Chile. Ahora fue nombrado Subsecretario de Aviación, por la Presidenta electa ).

Al vecino de la casa 1 (nuestra casa era la 6) se le desapareció su hijo mayor (toda la familia estaba con el compañero presidente). Llamó a mi madre para que le ayudara a rezar prometiéndole que si su hijo aparecía volvería a creer en Dios. Al mes el hijo se comunica desde el exterior, había salido por el norte del país y ahora estaba en Europa. No se si el vecino cumplió su palabra.

Y una más terrorífica; en octubre del 73, el hijo mayor de una familia amiga de mis padres (a quienes llamábamos tíos) de solo 17 años (era dirigente de izquierda en el liceo 8), fue apresado, torturado, emboscado y acribillado por la espalda. Habíamos estado juntos tomando té en casa una semana antes de ser apresado. El día 11 andaba en una camioneta del Mir trasladando armas para defender el gobierno.

Mi padre fue acusado de comunista; vilipendiado, encarcelado, se le hizo Corte Marcial y gracias a su brillante hoja de vida y a que no había pruebas ni testimonios concluyentes, fue dado de baja (Exonerado).

Extraigo el hecho relatado por el Diario la Nación (de febrero del 2003):
Cerca de las diez de la mañana del 12 de septiembre de 1973, mientras el país aún no se recuperaba del impacto del golpe de Estado y se vivía el primer día de gobierno militar, el mayor (E) Eduardo Núñez Perrow estaba retenido en el casino de la Escuela de Suboficiales de Carabineros sin comprender qué estaba sucediendo en un Chile que comenzaba a cambiar para siempre.
En el patio, efectivos atrincherados lanzaban locos disparos defendiéndose de un supuesto ataque del MIR que, por cierto, nunca ocurrió. Pese a su calidad de retenido, y respondiendo al cargo de jefe de régimen interno de dicha dependencia que aún creía poseer, Núñez detuvo la balacera y atravesó el recinto para llegar a su oficina y comunicarse con su mujer. Al verle llegar y levantar el teléfono, un carabinero dejó su puesto de guardia, hecho que ni la orden de su superior evitó. “Dile a los niños que mejor entren a la casa”, advirtió el entonces mayor a su esposa. Al salir Núñez de la habitación, el director de la Escuela de Suboficiales, coronel L. Melgarejo, lo golpeó y lo botó al suelo mientras lo insultaba y acusaba de estar contactándose con elementos del MIR. “Llévenselo al medio del patio para fusilarlo” fue la orden de Melgarejo. Años después y poco antes de morir, acota Núñez Perrow, “me mandó pedir disculpas por haber hecho eso”.

Este proceso duró un par de meses que fue un verdadero calvario para mi pobre madre, quién recorrió los cuarteles implorando ayuda a todos los “ex amigos” oficiales; y que además nos ocultó todo el drama mientras lo vivía.

Por nuestra calle pasaban los vehículos militares hacia el Estadio Nacional, oficialmente Campo de Concentración.

Hicimos un hoyo en el patio y enterramos los linchacos (arma blanca que consiste en dos palos unidos por un cordel y que se usaba en los enfrentamientos callejeros), que habíamos fabricado jugando y aprendido a usar con bastante destreza.

Cuando volvimos a clases, -yo cursaba octavo año básico-; la profesora pregunto, ¿qué opinan sobre lo que ha pasado?”; el primero que levanto la mano fue un compañero que militaba en “Patria y Libertad” (organización militarista de extrema derecha para la sedición y el complot), quien dijo “estoy en completo desacuerdo con lo que pasó, creo que este caballero nunca debió haber muerto” (refiriéndose a Allende), sorprendiéndonos a todos con su opinión, lo que exaltó a la facción más “momia” del curso enrostrándole las colas y el desabastecimiento.
Supe que la profesora vivía un duelo.

Una tarde de Noviembre, en clases, de golpe se desata una balacera infernal; supuestamente unos “francotiradores” aparecen disparando desde el techo de un block cerca de la Escuelita; en pocos minutos llega toda las fuerza de la represión. Debimos tirarnos al suelo bajo los gritos de un policía parapetado dentro de la sala. Algunas compañeras se desmayaron ahí mismo. Luego de un par de horas nos hicieron salir por detrás de la Escuela, por debajo de una reja. Di un largo rodeo y al llegar a casa comienza otra balacera cerca; me refugie en el baño (en donde ya nos habiamos escondido antes con toda la familia en circunstancias similares). En el trayecto a casa había alcanzado a ver a tres sujetos que tenían maniatados en el suelo; jóvenes, idealistas, temerarios, consecuentes hasta las últimas; y con seguridad... luego muertos.

Ese es más o menos el relato de los hecho que me llegan a la memoria a la hora de hacer el recuento.

Despues de Once, mi padre debió inventar un trabajo, mientras mi madre -que se resistió a marchar con nosotros al exilio-, comenzó a hacer pan amasado en el horno de nuestra cocina y en el de la vecina. Ahí entro toda la familia en emergencia (se supendió la mesada) a fin de sobrevivir a como diera lugar.

El día 4 de enero de 1978 se realizo la Primera Consulta Nacional para legitimar al gobierno de facto; me acuerdo muy bien la fecha ya que podian votar los chilenos mayores de 18 añós, y ese mismo día cumpli los 18 años. La votación fue manipuladora y engañosa; se contraponía a los dos bloques de la Guerra Fría, y en medio de ella nuestro país: ¿vota ud. por Rusia (bandera roja) o por Chile (bandera chilena)?.

Voté que NO. Ganó el Si.
La guerra era muy fría.

Corría el año 84 (u 85); debí esconder en mi casa durante varios días, a mi amigo y compañero de la U. Alex H. que era buscado por la C.N.I. (por haber encontrado una caja de municiones en un allanamiento a su casa). Luego de lo cual el Partido lo saco del país. No lo volví a ver más y hace años que perdimos el contacto...

Durante la época universitaria me incorpore a la resistencia pacífica, a la confabulación contra el régimen, al sabotaje cultural, a las protestas y al retorno de la idolatrada democracia, que no obstante siempre he mirado con cierto... recelo.

Con todo, no siento que para nosotros como familia, el golpe haya sido un desastre.

El régimen de exepción como le gustaba autodenominarse, termino junto con la caída del Muro de Berlín, símbolo de la Gélida Guerra.

// g.n-c. Senderista. P.D. en la foto mi padre.



No comments:

Post a Comment